El
gran Circo Rodas
Parado
firme y haciendo la fila en la terminal, el niño espera feliz el colectivo que
lo llevará hasta Córdoba. Tiene en la mano el colorido panfleto que le dieron
en la calle.
¡ENTRADA GRATIS! para menores ¡ÚLTIMA FUNCIÓN!
“¿Habrá trapecistas?” Se pregunta “¿Y leones?”
Lleva la cara muy sonriente y bien lavada, el rebelde pelo achatado y una campera atada al cuello “Igual, seguro vuelvo con los cachetes ardiendo de tanto reírme de con payasos”. Intentará viajar en el primer asiento, donde le dé el solcito caliente, sin hablar con nadie y aprovechando para aprenderse el camino, “por las dudas”.
No le importa que su hermana no quisiera acompañarlo, él ya tiene ocho años y se siente lo bastante grande, tanto para hacer (por unas monedas) malabares en las esquinas, como para ir solo a la ciudad.
Cuando el polvoriento vehículo llega, le parece enorme. A su turno extiende el papel y tarda un buen rato en entender que, la entrada al circo, no cubre el pasaje.
Mientras el autobús se aleja, el niño, con la ilusión extendida entre las manos, se queda intercalando miradas entre uno y el otro.
© José Luis Beltramino.
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